miércoles, 26 de julio de 2006

Atraso urbano en Mogán - II

Hasta la urbanización más alejada cuenta, por pequeña que sea su población, por pocas que sean las calles y caminos entre sus construcciones, o por poco desarrollados que estén los servicios urbanos de los que sería acreedora por necesidad. Por ejemplo, Veneguera, El Horno, Barranquillo Andrés o Soria, vienen a ser igualmente enclaves urbanos, si bien más pequeños y con carácter de barrios periféricos. Es cierto que todavía se podrían apreciar integrados en espacios rurales, pero en lo esencial hay que despejar confusiones, porque una cosa son los montes o las terrenos agrícolas que los rodean, y otra las necesidades de equipamiento en infraestructuras y servicios urbanos (electricidad, teléfono, recogida de basuras, abastecimiento de aguas, etc) a los que también deben acceder como espacios poblados. Si están urbanizados son urbanizaciones.

Una vez situados en el contexto de la vida urbana de todos los barrios en general, y no sólo en el casco o en los núcleos más grandes, podemos empezar a considerar algunas aproximaciones a este análisis desde un punto de vista global.

Se entiende que Mogán es el segundo municipio turístico del sur de Gran Canaria, después de San Bartolomé de Tirajana. Teniendo en cuenta que el turismo sigue siendo la principal industria de esta isla, se puede considerar a Mogán como el segundo motor de la industria turística de Gran Canaria.

Y ahora empiezan las anomalías, porque ante este mayor rango económico de la zona es del todo ilógico que se mantengan el elevado nivel de fracaso escolar y el bajo nivel de los equipamientos en infraestructuras públicas, y de los servicios urbanos que se prestan localmente, a ciudadanos y a clientes del turismo. Hay un serio desfase entre estas dos medidas, una distancia entre capacidad y resultados que pone de manifiesto el absurdo de grandes desaprovechamientos.

El estudio de las causas no llevará a justificarlo, sino a hacer todavía más notoria la falta de auténticos planes de aprovechamiento para equilibrar esa relación en beneficio del desarrollo de estas infraestructuras y servicios urbanos locales, de los que las prolongadas deficiencias en el agua de abasto y en el tratamiento de aguas residuales de áreas muy pobladas forman muestras realmente indicativas del estancamiento en el que acumulan telarañas durante años problemáticas evidentemente sensibles, incluso para la salud pública, sin abordar soluciones.

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