A pesar de su relevancia como sector estratégico para la economía de toda Gran Canaria como generador de empleos directos e indirectos - entre los que hay que contar los de una buena parte de los trabajadores domiciliados fuera del municipio -, y como demandante de abastecimientos para el turismo, Mogán mantiene muy elevados datos de fracaso escolar, y generación tras generación, siguen siendo muy pocos los que completan la formación universitaria. Esto deja una falta de cantera de profesionales universitarios nativos preparados para aplicar más conocimientos y criterios académicos al desarrollo local del lugar en el que crecieron. Conocido el problema de elevado fracaso escolar, ¿qué se ha hecho para reducirlo?. ¿Se han valorado las medidas necesarias para contrarrestar el abandono de los estudios con eficacia, o se ha dejado el tema de lado porque no se sabe cómo resolverlo?
Las consecuencias abundan y ninguna es buena, pero se trata de dar con las causas.
Podría contarse el caso típico de quienes dejan los estudios para ponerse a trabajar, a fin de empezar cuanto antes a manejar ingresos, ganar algo de independencia, tal vez en algunos casos para formar familia más pronto, o tal vez para seguir los ritmos de consumo y bajo ahorro que marcan las modas entre los jóvenes. Sin embargo, las necesidades de la juventud en Mogán no son distintas de las necesidades de la juventud en cualquier otro lugar, donde otros jóvenes como ellos, que sin embargo sí se benefician de vivir en medio de ambientes más favorables para el estudio, siguen aspiraciones profesionales universitarias con más naturalidad y menos complejos, y que, por supuesto, disponen de más facilidades locales en el propio urbanismo de las zonas en las que tienen su domicilio para poder concentrarse en esta absorvente tarea, ya sea con salas de lectura o bibliotecas.
Y aquí es donde Mogán vuelve a mostrar señales de atraso urbano, y del todo ilógico. Ese ambiente propicio y fomentador del estudio no existe porque son realmente escasos o inadecuados los espacios dedicados para la vida del estudiante. La senda para sacar los estudios adelante por parte de algunos que sí han podido seguir ese camino se ha basado en trasladarse a estudiar fuera del municipio, a residencias de estudiantes habilitadas para pasar algunas horas de estudio extra fuera del horario escolar en las bibliotecas y las salas de estudio habilitadas para la vida del estudiante.
¿Por qué no hay más bibliotecas y salas de estudio debidamente acondicionadas en Mogán? ¿Por qué no se han invertido presupuestos públicos en más y mejores instalaciones para los estudiantes? ¿Cómo se puede ignorar el potencial educativo que se está perdiendo en una zona en la que los datos confirman un elevado fracaso escolar? No vale buscar las causas en una falta de inteligencia de la juventud de Mogán, porque si aquí ha faltado inteligencia habrá sido por parte de los gestores municipales que han entrado y salido del ayuntamiento sin poner más espacios y medios al alcance de los estudiantes. Padres y madres, alumnos y alumnas, están en su derecho de demandar más atención de los presupuestos públicos para la educación, porque de todos los desaprovechamientos existentes, tal vez el del valor de la educación poniendo los espacios y medios para que los jóvenes moganeros puedan prolongar su vida como estudiantes ha sido el que más haya que sentir. Esperemos que se empiece a poner remedio a este atraso, y con clase.
Mogán está entre las zonas en las que más se ha construído de toda Gran Canaria, y es sencillamente absurdo que sin embargo no haya habido lugar para construir más bibliotecas y salas de estudio para la juventud moganera. Una gestión local educativa que no tiene en cuenta algo así ya dice bastante del bajo nivel de sus preocupaciones y esmeros. El método hace a la ciencia. Aunque tampoco es cuestión de llegar y decir, “venga, cuatro chiringuitos entre aquí y allá, y salimos del paso”. Eso puede ser muy típico de la pachorra y de la mala gana, pero esa no es la clase de actitud que necesita este pueblo para salir del atraso en el que se está quedando, de los atrasos en la vida urbana en los que se está estancando.
Las consecuencias abundan y ninguna es buena, pero se trata de dar con las causas.
Podría contarse el caso típico de quienes dejan los estudios para ponerse a trabajar, a fin de empezar cuanto antes a manejar ingresos, ganar algo de independencia, tal vez en algunos casos para formar familia más pronto, o tal vez para seguir los ritmos de consumo y bajo ahorro que marcan las modas entre los jóvenes. Sin embargo, las necesidades de la juventud en Mogán no son distintas de las necesidades de la juventud en cualquier otro lugar, donde otros jóvenes como ellos, que sin embargo sí se benefician de vivir en medio de ambientes más favorables para el estudio, siguen aspiraciones profesionales universitarias con más naturalidad y menos complejos, y que, por supuesto, disponen de más facilidades locales en el propio urbanismo de las zonas en las que tienen su domicilio para poder concentrarse en esta absorvente tarea, ya sea con salas de lectura o bibliotecas.
Y aquí es donde Mogán vuelve a mostrar señales de atraso urbano, y del todo ilógico. Ese ambiente propicio y fomentador del estudio no existe porque son realmente escasos o inadecuados los espacios dedicados para la vida del estudiante. La senda para sacar los estudios adelante por parte de algunos que sí han podido seguir ese camino se ha basado en trasladarse a estudiar fuera del municipio, a residencias de estudiantes habilitadas para pasar algunas horas de estudio extra fuera del horario escolar en las bibliotecas y las salas de estudio habilitadas para la vida del estudiante.
¿Por qué no hay más bibliotecas y salas de estudio debidamente acondicionadas en Mogán? ¿Por qué no se han invertido presupuestos públicos en más y mejores instalaciones para los estudiantes? ¿Cómo se puede ignorar el potencial educativo que se está perdiendo en una zona en la que los datos confirman un elevado fracaso escolar? No vale buscar las causas en una falta de inteligencia de la juventud de Mogán, porque si aquí ha faltado inteligencia habrá sido por parte de los gestores municipales que han entrado y salido del ayuntamiento sin poner más espacios y medios al alcance de los estudiantes. Padres y madres, alumnos y alumnas, están en su derecho de demandar más atención de los presupuestos públicos para la educación, porque de todos los desaprovechamientos existentes, tal vez el del valor de la educación poniendo los espacios y medios para que los jóvenes moganeros puedan prolongar su vida como estudiantes ha sido el que más haya que sentir. Esperemos que se empiece a poner remedio a este atraso, y con clase.
Mogán está entre las zonas en las que más se ha construído de toda Gran Canaria, y es sencillamente absurdo que sin embargo no haya habido lugar para construir más bibliotecas y salas de estudio para la juventud moganera. Una gestión local educativa que no tiene en cuenta algo así ya dice bastante del bajo nivel de sus preocupaciones y esmeros. El método hace a la ciencia. Aunque tampoco es cuestión de llegar y decir, “venga, cuatro chiringuitos entre aquí y allá, y salimos del paso”. Eso puede ser muy típico de la pachorra y de la mala gana, pero esa no es la clase de actitud que necesita este pueblo para salir del atraso en el que se está quedando, de los atrasos en la vida urbana en los que se está estancando.
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